¿ES QUE NO SE OYE?

 

Juan Luís Chillón

 

Parece que hay fuertes interferencias, pérdida de cobertura u oídos fuera de servicio, de lo contrario no se entiende que la denuncia de UNICEF, Cáritas, Cruz Roja, EDUCO; EAPN, Save the Children, etc., etc., sobre la pobreza infantil en España no tenga eco y mucho menos respuesta en las instancias de las administraciones públicas, con efecto en medidas urgentes, como si de aforamientos se tratara, para paliar, no cualquier cosa, sino el hambre, pura y llanamente el hambre.

 En España 3 de cada 10 niños y niñas ( 2.226.000 ) viven por debajo del umbral de la pobreza; tema secundario donde los haya, frente a la necesidad de devolver 1.300 millones de euros (que tenían fecha para el año 20121), de mantener las diversas deducciones a los beneficios empresariales, amén de las bajadas previstas de impuestos, de manera que terminarán pagando menos que un mil eurista (tan sólo como ejemplo puntual); cosas  sobradamente conocidas y aireadas por los peligrosos comunicadores que se atreven a hacerlo aun a riesgo de convertirse ipso facto en antisistema, cuando no en terroristas potenciales, todo depende de quien escuche sus mensajes.

Hambre

Produce dolor y tristeza, cuando menos, la falta de audición de los poderes públicos (GAES), amén de desilusión y desesperanza el silencio de los que ostentando la representación, bien pagada, muy bien pagada, del pueblo que los eligió y que no gobiernan sino que “oponen”, hagan tan escasa oposición en este tema, sin duda de los más graves que puede padecer una sociedad, que con tal desatención a sus pequeños hipoteca claramente el futuro de estas criaturas y en puridad de toda la sociedad.

Hace falta un clamor colectivo de políticos de todo nivel (local, autonómico y estatal), sindicatos (al menos los que no anden en la aventura de incorporación al cuerpo de corruptos, suficientemente desarrollado en el país), asociaciones ciudadanas; un clamor tan repetitivo como el de : “porque yo lo valgo”, “bífidos activos” , “te gusta conducir?”, o cualquier otro mensaje diariamente reiterado mil veces para que te enteres.

Está en juego la calidad de vida, cuando no la vida misma de niños y niñas en número suficiente (aunque sólo fuera uno) para considerarlo un problema grave de nuestra sociedad desarrollada con incrementos notables de riqueza en los que ya eran bienaventurados en dinero; está en juego el futuro, está en juego el respeto a nosotros mismos como sociedad, en juego nuestra responsabilidad, nuestra vergüenza, dignidad… y sobre todo están en juego ellos.

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