Contra el partidismo, poder ciudadano

Todavía no hemos resuelto el dilema. Confundir los colores partidistas, con la enseña nacional, es un grave error político. Queremos menos banderas y más solidaridad. Menos pensar en el poder, y más participación de todos en el gobierno de lo común. Más política de visión de futuro, y menos mirar desde cada campanario. Más patria, en el sentido de pueblo unido, y menos intereses de partido. Más acción ciudadana, y menos egoísmo de los que gobiernan la política.

El periódico londinense The Time, ha puesto en varios artículos, blanco sobre negro, los males de la patria, lo que nos está llevando a la desconfianza, esa plaga que nos ha invadido y está dejando en la ruina a las haciendas públicas, debido a sus malas practicas políticas, poca transparencia, indefinición de decisiones, falta de explicaciones, y un oscuro programa que se desconoce o no existe. Gobernar de esta forma nos está arruinando, y socialmente, desintegrando.

Poder ciudadano y buen gobierno
El buen gobierno

Arruinando ¿a quién? A los consumidores, empresas y la economía en general. Pagamos un sobre coste, por este sobrecargo político. La salida neta de capitales, excluidas las operaciones del BE, alcanzó en el primer trimestre la cifra de 220.000 millones de €, de los cuales una cuarta parte salió en junio. Las empresas y familias, representa entorno al 5%, el resto son operaciones interbancarias, que acumulan 12 meses de salida de capital  ¿Qué poco ayudan? ¿Qué exigen por quedarse? ¿Volverán? Sin dudar de la democracia, sí ponemos en cuestión a quien se aprovechan de ella., nos vacían las cajas, se llevan el botín, y nos pasan factura para que mantengamos la patria. ¡Qué la democracia juzgue a quien permite que estas cosas se hagan!

Porque la falta de crédito, relega a España en competitividad, según el Foro Económico Mundial, en su reciente informe –septiembre 2012- se critica fuertemente los recortes en I+D aplicados por el gobierno. Y no se comprende que con la ausencia de capital, se vayan a desarrollar no “una ciudad del juego”, sino dos. ¡Estamos desquiciados! Ocupamos el puesto 122, de los 144 países estudiados, y según el Foro, somos los que más obstáculos presentan para obtener prestamos, y el déficit está descontrolado y con muchas dificultades de ajustarse a la cifra exigida del 6,3%. Estamos olvidando que el buen funcionamiento de las instituciones, su buen gobierno, son las políticas de mejoras en educación, sanidad y el apoyo a la tecnología e innovación, constituyen los pilares para una sociedad con futuro. Nuestro modelo no son “Las Vegas”, ni nuestra actividad las mesas de juego y la fanfarria, el modelo productivo, debe pasar por un ejercicio de realismo de actividades con capacidad productiva y exportadora, que nos fortalecerá el consumo interior, y para conseguirlo, hace falta más industrias y menos juegos de naipes con tahúres incluidos.

 

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