El pin parental del “padre estricto”
El filósofo y poeta Gibran nos recuerda en uno de sus poemas que: “tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo no te pertenece. Puedes darle tu amor, pero no tus pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos… porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer”. Y termina aconsejando que “la inclinación de la mano sea para la felicidad”.
Nuestra Constitución también nos recuerda que el menor tiene sus derechos plenos desde que nace, que somos tutores de los menores y que si nos sobrepasamos en la tutela podemos perderla. Los artículos 20 y 27 son contrarios a la pretensión del “pin parental” pues el Tribunal Supremo ha dejado bien claro que el sistema educativo no se subordina al derecho de familia.
Yo viví en mi familia una educación de “padre estricto”. La rigidez de la educación que recibí no me hizo mejor, sino que me hizo sufrir y soportar un yugo del que no me liberé hasta que cumplí la mayoría de edad. No quiero eso para nadie. Busco métodos para educar que favorezcan el crecimiento de los valores de solidaridad, ayuda mutua, integridad, ética y libertad, como un conjunto de principios que conformen a los niños y niñas y les hagan crecer en responsabilidad como ciudadanas y ciudadanos de una sociedad integradora. Educar no es separar ni imponer.
No se puede separar por sexo, ni por etnia, ni por condición económica, ni por religión, ni ideología. Separar por cualquier motivo es socialmente inasumible y políticamente inadmisible en constituciones democráticas. El pin parental que ahora se desea implantar es una huida a un pasado oscuro al que no se puede regresar. Imponer la moral conservadora en la Educación por la presión de la política es destruir los avances de libertad y democracia que se han conseguido.
Es cierto que la familia juega un papel en la sociedad, pero los neoliberales conservadores han incorporado el mito emocional de la familia. Además, le han sumado una visión del Estado y de los muy diferentes asuntos públicos entrelazando los mitos conservadores y los eslóganes de sus contenidos morales. Han recreado una figura de padre estricto que desarrolla sobre su familia el velo de la ignorancia -el pin parental- para conservar una visión patriarcalista de la sociedad.