Hace un año que se constituyó el Consejo de la Transparencia de la Región de Murcia, y debo manifestar que la sociedad civil ha sido “sensible al cambio” para una sociedad más transparente. Mi agradecimiento por su colaboración y espero que entre todos podamos construir un nuevo modelo de convivencia.
Decía Platón en “La república” que la tiranía hay que rechazarla porque repugna participar en un sistema que ejerce el poder con temor, inseguridad y relación única. Ante eso tenemos que reaccionar con indignación, vergüenza y rabia. Pero no alcanzaremos esos sentimientos del cambio y si no hay sensibilidad ante lo inaceptable e injusto.
Adam Smith, en su “Teoría de los sentimientos morales” nos señalaba bien claro que en los orígenes de la economía liberal se encuentra ese sentimiento de aprobar lo que nos da satisfacción. Es la empatía la que nos conmueve y es la indiferencia la que nos lleva a no sentir nada. Aquello que no nos subleva, que en lenguaje coloquial, se dice que nos deja “fríos” es inhumano. Precisamos para vivir en comunidad esos sentimientos que nos hagan partícipes y miembros activos de una comunidad que siente en común y cuando se consigue, contamos con un poder social de cohesión, si no está presente no hay constitución que mantenga lazos, es la indiferencia de unos con los otros. Es la separación por la rotura de no sentir lo mismo, sin embargo, cuando existe ese sentimiento nos encontramos con la fortaleza de las idas y es en ese punto dónde se reafirman las posiciones y el contrario depende de nosotros. Dominamos, al contrario, con la empatía, cuando lo desarmamos que es cuando socialmente lo hemos desmoralizado, o sea, cuando lo desnudamos y demostramos que carece de moral. Y es cuando queda en evidencia que viven en la “indiferencia” porque no hace suyo lo que los demás diferenciamos entre el bien y el mal.
Es bueno recordar que en la Grecia clásica el “idiotes” era quien no participaba en los asuntos públicos y prefería dedicarse únicamente a los asuntos privados y recordemos que fue Pericles el que deploraba que hubiera en Atenas indiferentes, “idiotas”, que no se preocupaban por aquello que a todos nos debe concernir.
La perversión del lenguaje, ha convertido el término en una extraña figura y son listos, los que van a lo suyo, y los más listos, son los que incluso se apropian de lo público, y esas conductas, que por desgracia todavía no hemos erradicado de la vida pública, la ciudadanía no siente el suficiente rechazo y los tenemos presentes en la sociedad actual.