El reto de la gobernanza de la empresa

La reforma laboral ha despejado de un plumazo las dificultades de los empresarios para tramitar despidos. La ampliación de las causas, y el llamado ERE exprés, acelera las tramitaciones y el costo. Ahora toca la hora de comprobar si creará empleo, si los dos colectivos más afectados, joven primer empleo y mayores de 45 años, en paro de larga duración, entran en actividad, o permanecen sin solución, o se aumenta más el desempleo de mayores de 45 años, sustituyéndolos por jóvenes de primer empleo, a menor costo salarial.
Las tendencias actuales, con una población más longeva, nos hace replantearnos la función en la empresa de personas con edad más allá de los 60/70 años; son por lo general, técnicos o ejecutivos con larga experiencia en la vida y gobierno de las estructuras de las empresas. Los incentivos a la jubilación anticipada y la modernidad de prescindir de estructuras de personal consideradas como “obsoletas”, han dado lugar a una insolente gobernanza empresarial, en donde todo lo que no fuera “joven ejecutivo y agresivo”, descaradamente rompedor de moldes, no se valoraba como contenido de futuro. Nos hemos dejado engañar por las falsas teorías de las “escuelas de negocios”, que a veces vivieron en exceso las nuevas teorías que dominaron dicho sector en los años 80 y que ahora estamos recogiendo sus resultados.


Hemos tirado por la borda a los expertos de muchas empresas, los hemos prejubilado, y están engrosando un mundo poco definido de imprecisas edades de seniors. Un mundo, que se mueve entre activos independientes colaborando en muy diferentes proyectos, cooperadores con ONG, o engrosando las muy diversas actividades que el sector del ocio ofrece, desde palos de golf, a deportes variados, viajes, cultura, etc.
¿Y la empresa cómo ha quedado? El barco de las reformas, nos ha llevado por tantos puertos, que ahora estamos perdidos en una crisis donde faltan los expertos, no hay que buscar demasiado con tanto “palo de ciego”, para reconocer que nos hemos olvidado de la buena gobernanza como base para reflotar en medio de la crisis. Porque está en juego la manera de pensar, analizar y saber lo que se precisa en los interiores de la empresa, su configuración adecuada, y sobre todo para qué. Ulrich Beck, nos ha alertado acertadamente, del riesgo que supone pensar en cambios, sin saber para qué y sus consecuencias, porque existe el peligro de convertir a los ejecutivos en “zombis”, en esa búsqueda desesperada de la economía productiva.
Las posibles propuestas de reforma laboral que se avanzan por los nuevos diseñadores de la política laboral, señalan claramente a los trabajadores como los verdaderos causantes y responsables de la crisis. Su receta es que habrá empleos de bajos salarios, y con pocos derechos; pero eso sí, todos los trabajadores nuevos contratados, tendrán “la suerte” de que no serán trabajadores temporales, serán fijos, sin derechos y cobrando para subsistir, ¿que ocurrirá con el contrato único?: todos pasarán a ser temporales, con una indemnización mínima y creciente, pero no mucho, según el tiempo de permanencia en la empresa. Ya se encargarán las empresas de que ese tiempo sea el más corto posible. Es acabar con “los problemas del empleo” reducir los costes del despido y con ello acabar con el coste de extinción del contrato. Es un modelo estilo alemán, donde más de 7,5 millones de trabajadores, fundamentalmente jóvenes, están trabajando por unos salarios entre los 250 y los 400 euros mensuales, es la economía europea basada en bajos salarios, con lo que se tratará de competir con el sistema asiático. Es la fórmula salvadora para el capitalismo financiero. Se aproximan a un modelo de relaciones laborales como el de las empleadas de hogar, es decir, plena disponibilidad horaria, salarios negociados de forma individual, despido cuasi nulo, sin costes por enfermedad en caso de bajas y plena flexibilidad de entrada y salida.
Lo que sí parece cada vez más claro es que la volatilidad en el mercado laboral tiene más que ver con la estructura productiva y la demanda efectiva que con el entramado regulatorio o institucional del mercado laboral. Y esto lo estamos dejando a un lado, porque es lo que más duele al propio sistema, criticar su propia organización. Por ello, hay que pensar en la situación en que vivimos, en su sociedad real, como nos recuerda Castells, que es un concepto asociado a la modernidad liquida que Bauman nos describe, para sortear los obstáculos, y pensando, que entre todos, debemos construir dentro de la empresa y en la sociedad civil, la buena sociedad, que nos señala Etzioni, con el refuerzo en el bien común, que pone de relieve Petrella, para no caer en el mundo desbocado que nos alerta Giddens, y podamos tener como meta una gobernanza actual de las estructuras económicas, para que constituyan un lugar para todos, como Barber explica. Hoy no podemos abordar lo difícil, de esa sociedad del riesgo que nos define Beck, sin hablar del interés general, hemos pasado por muchas experiencias, estemos donde estemos, debemos de influir para mejorar “los resultados”, aunque “la cuenta”, ya no sea de nuestra competencia, pero la responsabilidad sigue siendo de toda la sociedad.

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