BUSCANDO LA ESTABILIDAD

  La crisis económica no es ajena a nuestras vidas, las consecuencias, los cambios que se precisan ahora, para que el  futuro sea más estable y con una estructura de progreso, que garantice la sostenibilidad del desarrollo conseguido, porque caminar a la marcha del “cangrejo” como nos recuerda Umberto Eco, no parece que sea la mejor opción.

 La búsqueda de la estabilidad, la seguridad en las instituciones que nos gobiernan, como garantes de la actividad económica, las relaciones entre los agentes que actúan en los mercados, el cumplimiento de sus normas y de los principios que las rigen, obliga como contrapartida,  ser contribuyentes del sostenimiento de las cargas públicas. Los Estados modernos nacen con ese proyecto, una sociedad libre, unos ciudadanos protegidos de cualquier abuso y una política de equidad, para que la riqueza se redistribuya consiguiendo un equilibrio en la sociedad. Porque el sistema económico, nos recuerda Erich Fronn, está produciendo seres humanos enfermos, para tener una economía sana. Tanto sacrificio, par tan mal resultado. Será, como afirma Sthephen Roach, que hemos creado un monstruo: el sistema financiero internacional.

 Es por ello, que hay que corregir de una forma eficiente, los efectos negativos que se han extendido por los mercados financieros, los cuales precisan de necesarias regulaciones, para ser controlados y encauzarlos para que cumplan con su función de instituciones de servicio  dentro del sistema, pero nunca dominándolo, como ha ocurrido y todavía hoy lo padecemos. El mundo, lo hemos dejado, o lo han secuestrado, y está en sus manos, las de los mercados, y no debemos consentir que lo retengan por más tiempo.

 Porque, por ejemplo, mientras se consientan que el 35% de las operaciones “intradía” en la Bolsa española, en otras  europeas llega a casi el 50%, son de operaciones abiertamente especuladoras, estamos ante un claro exponente de su vocación, la ganancia fácil, a costa de lo que sea. La economía, tanto la europea, como la mundial, no puede seguir funcionando con el manual de los casinos de juego, y lo más perverso es, ¡sin pagar impuestos¡

Con este sistema, que muestra su verdadero rostro de forma tan especulativa, es oportuno que nos realicemos algunas preguntas, porque las respuestas de otros tiempos ya no sirven para el futuro de nuestro mercado global. Porque por ejemplo, ¿nos hemos preguntado alguna vez, porqué las operaciones financieras no pagan IVA y los demás productos y servicios, sí? ¿Estamos todos convencidos que esas reglas de no sujeción son acertadas?

A nuevos tiempos, nuevos interrogantes y nuevas soluciones. Porque desde muy diversos sectores, expertos, académicos y políticos, está adquiriendo fuerza de opinión, que un sector financiero sin regulación y no sujeto a tributación, constituye una anomalía en las economías modernas. El sistema  de las relaciones globalizadas ha cambiado los mercados, y le tiene que llegar la hora de ese cambio al sistema tributario, y no parece que el mejor camino sea la reducción y eliminación de figuras impositivas, porque podemos quedarnos con un sistema peligrosamente exiguo y excesivamente recargado para los contribuyentes de las economías de empresas y familias.

 La función de los impuestos, es además de su capacidad recaudatoria,  un instrumento de política económica que permite a los gobiernos, no sólo disponer de información, cosa que no ocurre con las transacciones financieras de los mercados, porque sorprendentemente, la mayoría de las operaciones financieras que hoy se producen en el mundo, son completamente opacas, sino contribuir al cada día más complejo cuadro de necesidades públicas. Esta situación de privilegio de los mercados financieros,  está produciendo más costes que beneficios, desde un punto de vista social.

 Por estas exigencias, es por lo que desde el punto de vista social y político,  los expertos en fiscalidad, -donde España debe estar en el grupo impulsor-, deben alcanzar un acuerdo para construir una arquitectura financiera internacional, en donde se incluyan, entre otras medidas, la creación de impuestos sobre las instituciones y los mercados financieros.

Las propuestas que se estudian, parten de  conceptos claros y claves, y tiene una capacidad recaudatoria para nuestra Hacienda Pública suficientemente importante,   y consistirían en:

  1. Impuesto sobre plusvalías financieras a corto plazo, que tendría una horquilla recaudatoria entre 180 a 1.980 millones de €.
  2. Impuestos sobre activos bancarios, con una horquilla de recaudación de 2.850 a 5.120 millones de €.
  3. Impuesto sobre transmisiones financieras, que tendría una capacidad recaudatoria, entre los 1.600 a los 6.300 millones de €

 Si tomamos en consideración las ayudas a Grecia, Portugal, más el Fondo Especial creado en la UE y el FMI de 750.000 millones de €, para evitar los efectos perversos del hundimiento de ciertos países del euro, tendremos una respuesta a estas iniciativas.

  Unas medidas correctoras como las citadas, pueden imponer una disciplina, si además, entre otras decisiones, se acompañan aquellas correcciones  que impidan, que desde fuera del sistema nos impongan unas condiciones, que arruinen las economías de empresas y familias, evitando que hagan negocio con nuestras desgracias, reforzaremos el sistema.

  Es el momento de iniciar ese cambio, para que las situaciones pasadas no se repitan, porque precisamos vivir con más seguridad nuestro futuro, sin dejar las cosas en manos del destino, y asumiendo la obligación de construir una estructura que compartan y regulen los poderes con equilibrio en todo el sistema económico. No olvidemos, que las claves para recuperar la confianza, crear riqueza y construir un futuro con firmeza, consiste en que todos, sin excepción, seamos contribuyentes del sistema.

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