Se habla del programa no escrito, de las intenciones ocultas del neoliberalismo, y de aquello que los políticos han ocultado en su campaña electoral. Hay muchas cosas que no se han sacado a discusión, unas porque los políticos nos cuentas su visión, pero otras, porque hay una deficiente sensibilidad por practicar la transparencia. Nadie rinde cuentas, todos tienen prisa de pasar página. Han actuado los políticos, bajo un discurso sobre las limitaciones impuestas por los mercados –globalización y UE- y a los ciudadanos nos queda la opción de esperar que el daño sea el menos doloroso, porque damos por supuesto, que después de las tijeras, vendrán los hachazos.
Por eso todo el mundo se pregunta por la cara oculta, por esa “página siguiente”, la que no se ha publicitado, y se ha convertido en la sensación de lo que está prohibido. ¿Porqué tanto misterio? Sabemos que los programas políticos no dicen con transparencia su plan a cuatro años, sólo se dan a conocer los bloques más significativos de los objetivos, porque nadie presenta sus ofertas electorales como si de un contrato se tratara, algo que vincule a los elegidos con los electores, para que pudiera darse el caso, como ocurre algunos sistemas políticos, que los elegidos que no cumplen a medio mandato, puedan ser repudiados por su incumplimiento, siempre que lo soliciten un porcentaje del electorado.
De esta forma, activaríamos la democracia, porque se iniciaría la buena costumbre de rendir cuentas a los ciudadanos de lo realizado, de lo pendiente y los medios que se emplearan para conseguirlo. No queremos políticos aferrados en sus escaños que han perdido la confianza de los que les eligieron, es una indignidad estar en un cargo público representando sin el respaldo necesario. Queremos tener derecho a repudiar a todos aquellos que no cumplen con la democracia, porque el sistema es una institución tan respetable, que debe tener una reglas claras de cómo se entra y se sale, porque de esa forma veremos una democracia más dinámica y políticamente es más correcto.
