Esperanza en una «nueva» Europa

SUMARIOS:

«Sabemos muy bien dónde están los culpables de la crisis y también somos conscientes de que no solo se están escapando de rendir cuentas por lo realizado, sino que nos están imponiendo de nuevo sus reglas»

«Dejarnos llevar por los que mandan y deciden por encima de los gobiernos que democráticamente elegimos, es una barbaridad»

Deseamos una nueva Europa y para dar los primeros pasos con seguridad, simplemente debemos de recuperar lo que es patrimonio de los ciudadanos: la libertad de decidir y de poder controlar sus instituciones. Queremos un gobierno de la UE que no se distraiga con explicaciones y acusaciones de quién es el culpable de la crisis, mientras nos aplica recortes económicos y sociales o nos restringe derechos. Sabemos muy bien dónde están los culpables y también somos conscientes de que no solo se están escapando de rendir cuentas por lo realizado, sino que nos están imponiendo de nuevo sus reglas. Por eso queremos construir un modelo económico desde abajo, con el ciudadano como protagonista, porque la factura todavía no se sabe a cuánto asciende y, sin embargo, su coste ya lo estamos padeciendo. Parece demasiado.
Unión Europea

Queremos que mejore la integración y la convivencia, para que la UE sea una organización más abierta, con un gobierno más participativo, con una ciudadanía más activa y que ejerza el control y tenga la información de lo que se realiza. Rechazamos el oscurantismo actual, porque queremos que mejore la eficiencia de sus instituciones, se eliminen las burocracias improductivas, las rutinas  y se puedan distribuir los recursos europeos con más equidad, con más ética en su gestión para que todos, ciudadanos y Administraciones Públicas, nos sintamos más solidarios para salir de la crisis.

Porque de la crisis saldremos mejor, si unimos esfuerzos y somos capaces de girar el modelo mirando al ciudadano, que es el contribuyente del sistema y paga con resignación, y con alguna dosis de indignación, las consecuencias del  desastre causado por la dictadura de los mercados, que nos han dejado sin recursos. Como dice Stéphane Hessel, tenemos todo el derecho a indignarnos.

Por ello, si la ciencia económica empieza a poner en cuestión sus hipótesis y métodos, también tiene que recordar que corresponde a los ciudadanos, y no solo a los expertos, determinar colectiva y democráticamente los objetivos de la actividad económica, los criterios de eficiencia y los medios para alcanzarlos. Porque somos conscientes que la actual crisis es mucho más que una crisis económica. Tenemos que evitar ir de catástrofe en catástrofe, como si nos persiguiera un destino maldito, como decía Walter Benjamín. Dejarnos llevar por los que mandan y deciden por encima de los gobiernos que democráticamente elegimos, es una barbaridad. Esa pequeña élite cuyas artimañas están cada día más al descubierto tiene que acabar. Ese es el gran desafío, una vez que esté bien diagnosticado el problema.

Necesitamos alimentarnos para ello de los mensajes de esperanza de un Mandela o de un Luther King, que sobrepasaron la confrontación para infundir la capacidad de superación de los conflictos. Pero tenemos que ser firmes con el respeto de los derechos de los ciudadanos. En ese terreno no se puede transigir. Europa se ha construido sobre unos cimientos tecnocráticos, en donde el primer eslabón defendía la eficacia de los mercados financieros, la cual se ha convertido ahora, en nuestro principal problema. Habrá que plantearse propuestas alternativas, debates sobre una armonización del poder de las finanzas y el poder del ciudadano, para conseguir un equilibrio en el bienestar social.

La fiscalidad europea y la priorización de los objetivos presupuestarios, tienen que asegurar unas políticas redistributivas, y para ello es necesario liberar a los Estados de la presión que sobre ellos están ejerciendo los mercados financieros. Si no encontramos pronto un camino para recuperar confianza, la legitimidad popular de la UE es tan débil, por su forma de gobierno, que el proyecto puede quedar en vía muerta. Es urgente que las grandes líneas de una política económica alternativa hagan posible una refundación.

Publicado en el diario La Verdad en mayo de 2011

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