Un euro social

Todo está en juego, es de vértigo, el euro, la UE, la city londinense, la tasa Tobin, las exigencias de Basilea, la valoración de riesgos, la prohibición del déficit, el sálvese quien pueda, y el doble rasero con el que las empresas de rating miden a unos Estados y a otros, por ejemplo a Alemania le sale la financiación gratis. Hemos perdido la orientación, la política está de espaldas a los ciudadanos y los ciudadanos siguen haciendo cola en el muro de las lamentaciones, la llamada oficina del empleo. Resulta inquietante la manipulación del lenguaje de los que exigen más sacrificios, sin aportar ellos ninguna ofrenda en el altar de la solidaridad.
Necesitamos un rescate social, estamos cansados de tanto hablar de finanzas públicas y privadas, de crisis y sus causas, oímos a tanto profeta fracasado, o en causa de fracaso, que estamos hundidos en lo más profundo de la recesión económica. ¿Estaremos ciegos?
Es asombroso, por no calificarlo de esperpéntico, que ante el riesgo de no salir de la recesión, los responsables políticos no dicen nada de medidas de estímulos al crecimiento, y menos en Europa, donde sólo se han aprendido la lección del déficit cero. Y con tantos problemas de la economía y paro, nos olvidamos de hablar de buena gobernanza, y hay que recordar, que las virtudes de un buen gobierno constituyen lo esencial, sin lo cual no se puede aplicar buenas políticas.
Si no tenemos claro que la competitividad y la colaboración social son el mejor abono para recuperar la actividad deseada, es que vivimos en otro mundo. Los recorte económicos y sociales nos harán más pobres, aunque habremos pagado a los acreedores, deberemos menos, nos consideraran muy caballeros y responsables, pero en el fondo solo habremos quemado las energías en pintar la fachada, por dentro estaremos en los puros huesos. Hoy más que nunca es necesaria una política impulsiva, reactivadora e innovadora, con una visión complementaria en nuevos mercados y que sus productos sean socialmente útiles y todo ello apoyados en una política financiera y monetaria con criterios solventes, austeros, pero sin la obsesiva tentación de recortar el Estado de Bienestar.
Precisamos de una política fiscal común, en donde se trate con igualdad la renta del trabajo, del capital y los beneficios empresariales, sin los excesos de las deducciones y otros mecanismos que diluyen la tributación, un impuesto sobre realidades, sin distinciones, y que igualen en la cuota los esfuerzos de todos en la tributación. En una palabra, que todos paguemos igual en la renta y progresivamente. Una equidad clara y palpable para todos.
El deterioro causado, precisa que se restablezca un nuevo contrato social y económico, las políticas de recortes han hecho saltar por los aires, la sanidad pública, la educación, el empleo, la negociación colectiva, las pensiones y tantos otros conceptos de ayudas sociales, que precisamos de un plan de rescate social que incluya un pacto fiscal, un pacto de rentas y pacto de progreso social, con un engranaje de estabilidad, entendiéndola como una política presupuestaria de equilibrio en el medio plazo, controlando descendentemente el déficit a medida que se produce el crecimiento económico, pagamos con lo que producimos, no pagar para empobrecernos.
Se precisa mucho dialogo, acercar posturas, menos rigideces y olvidarse del ordeno y mando, nadie nos tiene que recordar que no le temblara el pulso en firmar atrocidades en el BOE, porque no queremos políticos disfrazados de generales, ni tecnócratas disfrazados de políticos, no vivimos en un cuartel. Queremos progreso, democracia y participación y eso se encuentra más en el ambiente libre de una alameda, que entre los muros de los que nos quieren imponer una disciplina germánica a toque de corneta.

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3 comentarios en «Un euro social»

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