Todos hablan que vivimos en una encrucijada, que las soluciones tienen que ser valientes, por las dificultades, y es en ese preciso momento donde se debe pedir a los ciudadanos su opinión, dialogar con todos y explicar en los foros a donde vamos y porqué, si estamos en una encrucijada, ¿algo tendremos que decir los ciudadanos?
Según diversas fuentes de información, de no seguir la senda emprendida, nos esperan terribles consecuencias, y será por ese motivo, que hasta las malas noticias, como el rescate, las presentan cómo un éxito ¡qué políticos! Por otro lado, observamos discrepancias diferentes, inexistente antes, que va en aumento, son oscilantes, mientras se observa con pánico, que los únicos recortes que funcionan son los que eliminan peso del platillo de la balanza presupuestaria, pierden peso, educación, sanidad y servicios sociales, junto con investigación e iniciativas de desarrollo, que suman un bloque de perdidas que nos hundirá por muchos años.

Sin embargo, todos los esfuerzos se concentran en la recapitalización de la banca (o sea, transformar al quebrado en solvente, para entendernos con claridad). Y cada viernes, como una penitencia, soportamos las explicaciones de la vicepresidenta, diciendo que las medidas económicas son necesarias porque vivíamos en una economía de excesos, y tenemos que ajustarnos a lo que hay. Claro, por orden de importancia, primero el coste del servicio de la deuda (gasto constitucional prioritario), después, la estructura política (más de 465.000 políticos en nomina, incluyendo los asesores y puestos de confianza), y luego el resto. Los mandatos de la troika, lo han entendido a su manera, porque el varapalo del FMI por lo mal que lo han llevado a efecto tiene una patente descalificación, cada uno recorta a su aire. Y si no que se lo pregunten a la Sra. Aguirre. Con este desconcierto, inversores, organismos internacionales, ciudadanos y cuantos analistas se asoman, pierden la confianza.
Las explicaciones de nuestros problemas, que machaconamente nos divulgan desde las tribunas políticas, son el elevado endeudamiento de las Administraciones Publicas. Un sector que presentan como desbocado y que se les acusa de consumir crédito sin control, cuando nuestra deuda pública es la mitad de la inglesa, está por debajo de la alemana y la francesa, y ni que decir tiene con la de EEUU. Nuestro problema, que no era nuestro, sino que lo han socializado, es la crisis bancaria. Estamos sufriendo por la mala gestión de los que han jugado a banqueros, sin serlo, y por las complicidades de esos incompetentes de las finanzas con los poderes políticos. Los políticos y reguladores, les han dejado endeudarse sin límites con el fin de financiar todos los proyectos, aunque tuvieran dudosa o nula viabilidad, –autopistas, aeropuertos, Ave, Ocio, y otros esperpentos-, porque lo importante era hacer la obra, el beneficio estaba en el proyecto, luego la explotación es otro problema, el constructor o promotor ya había cobrado. Las comisiones de por medio, muy jugosas, y el color del dinero, ni mirarlo. Todo valía. Teníamos todo el dinero del mundo –exterior-, porque aquí se podía invertir lo que en otros sitios no sabían hacer. Dinero fácil y barato. El que no se endeudaba era tonto. Y en ese mundo de tontos, para tontos, nos hemos quedado atrapados, y sin futuro.
Esta enfermedad contagiosa, que se extendió como la peste, pretenden curarla con paracetamol, cuando estamos cansados de calmantes, o de que nos recomienden el “herbolario” en vez de la farmacia o el quirófano, como quiere la ministra Matos. No queremos parches “Sor Virginia”, queremos revitalizar las instituciones, extirpar las garrapatas enquistadas en la democracia, y que nos gobiernen los que tengan demostrada su conducta de una ética irreprochable. Estamos hartos de corruptos y de corrupción.
Nuestro PIB, es suficiente para vivir ordenadamente, porque los ingresos públicos dependen de su crecimiento, y cuando paramos la actividad, como en el caso contrario, cuando la calentamos en exceso, los ingresos oscilan, las cajas de las AAPP se convierten en un carrusel de feria, todo son alegrías, mientras dura la fiesta, pero cuando se acaba, la realidad deja a cada uno con lo puesto. Y en ese punto de confusión, han parado la actividad, sin pensar que con ese frenazo, es imposible que el crecimiento llegue a la economía de cada pueblo. Frenando todos a la vez, se caen los proyectos, se anula la inversión, y miles de empresas, cambian sus ritmos, por la promoción de los ERE, cuando no el cierre. Son las consecuencias negativas de esta situación.
Desde un punto de vista positivo, hay que asumir el reto de la movilización de recursos productivos, con innovación y buscar las eficiencias de cada proyecto, que serán más fácil en pequeños que en superproyectos, para crear nuevas redes de actividades que creen empleo. Y huérfanos como estamos de financiación, alguien tendrá que decir cual es el camino para conseguir el apoyo a cada proyecto. Porque si no hay alternativa a la política, y a los banqueros no se les espera, tendremos que buscar los medios para que la recuperación llegue, porque esperamos con impaciencia que surjan alternativas, estamos hartos de que nos toque siempre sufrir, y que nos lo recuerden incesantemente, se precisa también que se diga que los que han robado la alegría de vivir, son la clase VIP, y los que viajamos con billete ordinario, estamos cansados de pagar todo el pasaje. ¡Queremos otra agenda! Queremos dominar los tiempos.
José Molina. Doctor en Economía, Sociólogo y Miembro de Economistas Frente a la Crisis
Publicado en el diario La Verdad (Murcia/España) el día 10 de julio de 2012