Enredos a puerta cerrada

En la transición de los sistemas políticos, se producen muchas alteraciones, y no pocas contradicciones. Son herencias que se trasladan a futuro, con el deseo que el tiempo y el buen hacer encuentren las soluciones más idóneas. Ahora, después de décadas de vida democrática, y en el límite de su generación protagonista, queda una tarea por realizar: eliminar todos los enredos.

Enredos, que la “transición política” de los años 70, no pudo, no quisieron, o no dejaron hacer, ahora con madurez suficiente, no podemos enrocarnos, ni es bueno considerar lo acordado como inalterable. Todo lo contrario, con altura de miras, desde un liderazgo social amplio, se debe realizar los cambios constitucionales que se precisen, para entre todos, como al principio, desenredar los nudos que no se quitaron en la transición. Unos piensan que esos nudos nos unen, y otros que nos amordazan, y entre los extremos, muchos pensamos, que cuando en la vida social y en la convivencia política hay cosas que nos complican, que nos enredan constantemente, es señal inequívoca, que hay algo que no encaja, y entre las cosas que tenemos en ese estado nos encontramos con:
Primero: No existe separación de poderes real, efectiva, porque los nombramientos en las instituciones que deben ser independientes, para ejercer sin interferencias su poder, la elección de sus miembros se llega mediante pactos con la mayoría gobernante.

Quitar y transformar para avanzar en la construcción politica
Se precisan cortar los nudos que nos amordazan social y politicamente

Segundo: Los corruptos, de todo signo y condición, siguen burlando las leyes y no se puede perseguir por un lado y perdonar por otro, convirtiendo el cumplimiento de los tributos en una burla para los contribuyentes cautivos por las retenciones. El sistema no es equitativo y con la crisis se está aumentando la desigualdad en la presión tributaria, convirtiéndola en algo injusto, y los recortes de políticas fiscales de todas las administraciones públicas recaen con mayor peso en la población que más lo necesita.
Tercero: Se precisa separar las funciones de los que acceden a la política. Quien quiera dejar su carrera funcionarial o puesto de trabajo, lo debe hacer sin privilegios, pidiendo una excedencia normal, como cualquiera, para reincorporarse sin más reservas. Se hizo al inicio de la democracia con los militares, porqué no seguir en todos los sectores.


Cuarto: Que la elección de candidatos para las listas electorales, no quede al arbitrio y designación de los órganos de los partidos, sino que sea regulado por la Ley Electoral, donde los candidatos elegidos por los afiliados y simpatizantes, mediante elecciones primarias, con fecha fija, sea por medio de voto secreto y que se aplique a todos los órganos del partido. Que los congresos sean cada dos años, que se produzca una mayor renovación y que se establezca limitaciones en los mandatos. Normas que se aplican en países como Alemania, que sin ser perfectas, compromete a una carrera política más limpia.
Quinto: El modelo autonómico se está agotando porque algunos lo han aniquilado por irresponsabilidad en su gestión. Un modelo, singular, que se quedó a medio camino de un federalismo. La sociedad federal tiene su propia experiencia, la autonómica, es una estructura ex novo. Por ejemplo, cuando se tomó el acuerdo de la creación del dólar como moneda en los estados federales de EEUU, se acordó dos cuestiones esenciales: cualquier ciudadano podía trasladarse de un estado a otro para buscar trabajo sin trabas, y la segunda, que cuando existiera un problema en cualquier estado, desde otros estados tenían que ayudar. En nuestro país, nos hemos dedicado a engañarnos los unos a los otros, hasta generar desconfianza en las cuentas públicas que nos hacen pagar un gasto de financiación insoportable.
Sexto: Se precisa de gobiernos abiertos y transparentes, donde sus estructuras no sean un sistema cerrado, para que no ocurra como describe el filosofo Sartre en su obra “Huis clos” (puerta cerrada), una obra del existencialismo, y cuya frase más famosa es quizás “el infierno son los otros”. El infierno, no está en la habitación donde los protagonistas han sido encerrados, sino en el exterior. Cuando se abre la puerta, el miedo es caer en un infierno externo, donde están “los otros” “los demás”, los mercados, que diríamos hoy, y esos no necesitan ni de fuego, ni de azufre, ni tridente, sólo precisan seguir dominando la globalización, el mundo exterior de los demás. Así de sencillo lo podemos entender hoy, cuando hay tantas puertas cerradas y el infierno de los otros, nos persigue. Es momento de abrirnos a los demás y eliminar obstáculos que nos están enredando demasiado e impiden ver la salida.
José Molina Molina. Doctor en Economía, Sociólogo y Miembro de Economistas Frente a la Crisis
Publicado en el Blog del Circulo de Economía el 14/11/2012 y en el Diario La Opinión (Murcia/España)

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