Un compromiso responsable

El COI nos ha dejado una lección de compromiso responsable, el mensaje de Nawal El Moutawakel, vicepresidenta del COI, explicando que una nación (España) se debe centrar en sus problemas fundamentales –paro y salida de la crisis- y no en una operación de distracción de recursos. Ya en 2012, Monti dio otro aviso,” el esfuerzo financiero que supone la organización de los Juegos Olímpicos, para una nación en crisis, sería una acción irresponsable, Italia no puede permitirse, según manifestaba el político italiano, un exceso cuando atravesamos una crisis económica grave, es imprudente realizar distracciones o riesgos económicos. Y avisó: ¿Puede Madrid permitírselo con una deuda que se aproxima a los 7.000 millones de €? ¿Puede España permitirse ese lujo en pleno proceso de reformas? se preguntaba  Monti. Ahora en Buenos Aires nos lo han vuelto a recordar.

Y además han puesto de manifiesto una queja: la falta de transparencia en el funcionamiento del deporte español. En dos conceptos en el dopaje y en la gestión financiera. El dopaje, por la lentitud de la “operación puerto”, que puso nerviosos a los olímpicos, la lentitud del proceso judicial y nuestra deficiente legislación antidoping ha sido motivo para interrogar en la sesión final a los representantes de la candidatura. La situación financiera de un tercio de las federaciones deportivas en situación de quiebra, también ha pesado, porque la rendición de cuentas es muy deficiente en el deporte. Hay que ser olímpicos, no solo en los terrenos de juego, sino en otros muchos aspectos. Pensemos que desde 1982 que se inició la reforma del Consejo Superior de Deportes, las auditorias financieras de las federaciones han ido confirmando situaciones muy poco transparentes, y lo puedo afirmar con conocimiento de causa, porque fui coordinador nacional de dichos trabajos, como vicepresidente del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España. Reflexionemos sobre nuestro deporte, su gestión, financiación y transparencia, porque el futuro es tener buenos deportistas, buenos gestores y una transparencia en todos los campos.

Por otro lado, no está muy claro los beneficios de los juegos, así lo pone de manifiesto la Universidad de Berkeley, en donde se analiza que el impacto económico no es un problema resuelto y el balance de riesgos y ventajas para las ciudades anfitrionas es una incógnita a resolver con muchos fracasos económicos acumulados. Nos movemos en el flujo de inversiones de los JJOO con una interrelación entre el posicionamiento de la ciudad, sus infraestructuras y su capacidad de recuperación, y que según el profesor Macomber, de la Harvard Bussines School, su retorno es más significativo para marcas como Coca-Cola y Adidas que para las ciudades.

Pocas ciudades pueden presentar un beneficio tan claro como Barcelona, porque su transformación del Puerto y la ciudad Olímpica, con la rehabilitación y cambios en el “Pueblo Nuevo”, transformándolo en un lugar apetecible para invertir, fue un éxito. En otros sitios no ha sido así, y  están arrastrando unas deudas que bloquean sus presupuestos públicos.

Las ciudades deben mirar su futuro, sus ciudadanos y su sostenibilidad, y deben calcular su capacidad para hacer eventos, pero nunca descuidado su sanidad, su educación, sus servicios y sus ciudadanos dependientes, fortalecer a sus empresas, sus infraestructuras de movilidad y la innovación e investigación, porque esas políticas son las que producirán el mejor evento y ganará la “Olimpiada de la competitividad”. Por eso, un consejo a los responsables del gobierno de las ciudades: consulten con sus ciudadanos, que esa participación mejorará el proyecto de la ciudad. Con más transparencia y mejor gestión, ganaremos también la “Olimpiada de la participación ciudadana”.

José Molina Molina. Doctor en Economía, Sociólogo y miembro del Pacto por la Transparencia. Autor del libro “Ciudadano y Gasto Público” que Editorial Aranzadi publicará en este mes de septiembre.