El mundo vive de espectáculo en espectáculo. Kafka, en un relato corto publicado en 1922 en la revista literaria Die neue Runschau, nos describe que hubo un tiempo que existía como espectáculo “los ayunadores”, que encerrados en jaulas mantenían su ayuno durante cuarenta días, como una temporalidad bíblica, que situaba al ayunador al límite de su supervivencia.
El relato corto de Kafka, termina con el ayudador casi abandonado, porque los ciudadanos pasaban de su espectáculo. En ese final aniquilador, el ayunador confiesa que ayunaba no por demostrar su capacidad y resistencia, ni como medio de vida, sino porque no le gustaba la comida. Se ha utilizado en muchas ocasiones como un cuento para combatir la anorexia, pero recientemente, autores como Christian Salomón, lo han relacionado con la vida política.
No hay atracción para digerir lo que nos presentan los partidos políticos, la desafectación se impone porque los ciudadanos nos sentimos enjaulados como en el relato de Kafka. Sus menús se han convertido en algo no apetecible, y los relatos de los acontecimientos dan nauseas, y sus programas e ideales se han quedado petrificados y son imposibles de hincarles el diente. Tenemos un apetito ordenado, pero los restauradores de alimentarnos de ideas políticas no sirven el menú que anuncian a la entrada.
El Buen Gobierno
El Buen Gobierno
Un compromiso responsable
El COI nos ha dejado una lección de compromiso responsable, el mensaje de Nawal El Moutawakel, vicepresidenta del COI, explicando que una nación (España) se debe centrar en sus problemas fundamentales –paro y salida de la crisis- y no en una operación de distracción de recursos. Ya en 2012, Monti dio otro aviso,” el …
Acabad ya con esta inmoralidad
Una de las paradojas que estamos viviendo con la inmoralidad política, es que los ciudadanos no valoran lo suficiente lo mal que están gobernadas las instituciones por esta causa. Sorprende que no se cesen en los cargos, pero lo que es imposible de comprender es que se nombren para cargos públicos a políticos imputados …
Arbitristas
La Real Academia Española define a los arbitristas como personas que impulsan proyectos disparatados con el objeto de remediar males políticos o económicos. El clubs de los arbitristas se ha ido aumentando al paso de la historia y entre sus miembros hemos tenido de todos los colores y procedencias: ilustrados, afrancesados, liberales, monárquicos, republicanos, fascistas y un largo listado. Los arbitristas de hoy día nos presentan múltiples soluciones que podríamos concentrarlos en dos grupos: unos, quieren secuestrar a España (nación) y los otros quieren secuestrar a los ciudadanos (democracia). Los dos se manifiestan a propósito de la salida de la crisis, para la que hacen propuestas que sociedad civil observa atónita.
Es como una continuación del viejo sistema de vender recetas concluyentes con soluciones adulteradas, cuando, hablando con claridad, lo que ahora se está jugando en Europa es nuestro futuro. Estamos ante el binomio: democracia-prosperidad. De la forma democrática y de la prosperidad para sus ciudadanos que se defina en la UE, depende que tengamos una Europa más solidaria o una más mercantilista.

Las encuestas lo dicen: hemos perdido la confianza en las instituciones, se valora malamente el sistema democrático actual y el nivel de asociacionismo es bajo, con el agravante de que los efectos de la crisis económica han acentuado todos los males de la sociedad y hemos olvidado los recuerdos de la lucha por los derechos democráticos. El sistema ideado para una transición política anestesió de tal forma al cuerpo social que, sin memoria, el club de los arbitristas tiene un éxito arrollador.
Estamos olvidando peligrosamente, que la desigualdad social no es una consecuencia de la crisis económica, sino su origen. Así opinan Roubini, Rajan y otros economistas. La desigualdad nos ha debilitado para actuar juntos frente a esta complicada crisis y precisamente esa debilidad de actuar en conjunto es la fortaleza del poder para continuar presionando e ignorando al ciudadano. Los acontecimientos de cada día lo ponen de manifiesto.
Tiempos de revocación
Se palpa, se percibe una idea de revocación hacia los políticos, como repulsa a su chabacanería, a sus simplezas o desplantes ante los problemas que han generado en su malversada gestión de lo público. Han pasado de la fina ironía del político, al insulto, y se han convertido unos y otros en twiteros de expresiones, nunca más de ciento cuarenta palabras para explicar las preguntas, y otras veces, ni siquiera se contestan. Hagan la prueba y busquen respuestas de Rajoy sobre el caso Bárcenas, corrupción, eurovegas, o aeropuertos regionales, preferentes, crisis o paro.
Tenemos unos políticos tan tontos, que se tropiezan con sus propias palabras, por ejemplo la Sra. Cospedal, explicando el finiquito de Bárcenas, o la Sra. Baños, explicándonos la política de empleo. Algunos llegan a lo esperpéntico como Montoro, Wert o Mato. Se observa como una culminación de la estupidez. Son ideas vacías, repletas de intolerancia y de un cierto desdén para el común de los mortales.

Si descendemos a niveles territoriales, el caos es mayor, las ideas están ausentes y las críticas se evaporan, porque la única explicación es que ganaron por mayoría. Es cierto, ganaron y democráticamente lo reconocemos, pero no tenemos una democracia esculpida en piedra, no son las tablas de Moisés. No queremos políticos “gana supersueldos”, ni figurines de la política local, que respondan a cada reivindicación señalando que ganaron con más votos, y tienen más “razones”. No parece que sea el camino más adecuado.
Por cierto, es bueno repasar la historia que nos puede ilustrar con ejemplos. En el siglo V a de C, los diez tesoreros de la liga de Delos –los hellenotamiai- fueron acusados de malversación de fondos. Uno por uno, fueron enjuiciados, condenados y ejecutados. Parece que se lleva en el ADN del cargo.
En 2003, el Gobernador de California, Gray Davis, fue revocado por un referéndum popular a mitad de su mandato. En Canadá, en la provincia de Britihs Columbia, lo tienen en su norma suprema. La consulta popular revocatoria, tiene su origen en cuatro causas principales en los que los constitucionalistas del participacionismo ciudadano están de acuerdo:
• Incumplimiento programático
• Actos persistentes de corrupción
• Violación de derechos humanos
• Perdida de legitimidad
El pensamiento vacío
Observamos con tristeza que los poderosos del mundo se reúnen con los gobernantes como en una representación tragicómica en la que se confirma que ‘mi enemigo es mi mejor gurú’ “La batalla de hoy es contra el pensamiento vacío, que se autopostula como pensamiento único y arraiga con facilidad en un terreno abonado por …
Contra la arrogancia
La política ha ido sucumbiendo a la economía, por un abandono del “quehacer político” que resulta menos atractivo que convivir con los poderes facticos de las finanzas. Ese alejamiento ha dado como resultado un cambio en la convivencia con los ciudadanos, y facilitarse en el futuro entrada y salida por la puerta giratoria de los …