Hay que eliminar los excesos de gastos y también los excesos de recortes, y no es una misión imposible sino una misión de racionalidad.
Vivimos en una especie de asfixia, cercados por la furia de austeridad de los políticos hacia los ciudadanos a los que se ha convertido en culpables.
No se puede admitir que ‘los inversores competentes’ tengan preferencia sobre los ciudadanos que deben ser ‘electores conscientes’
La asociación italiana de ayuntamientos ha lanzado la voz de alarma: “Las políticas de recortes y reducción de los servicios sociales en la vida local, es el funeral por el estado de bienestar”. Monti ha iniciado drásticas reformas: ha reducido el número de provincias (de 110 a 49) evaluado en un ahorro de 7.200 millones de euros y, sumados recortes y subidas de impuestos, a los italianos ya les ha costado 60.000 millones. Es el plan que Monti ha presentado siguiendo el ‘spending review’ que es la versión inglesa del control del gasto público. En Italia planifican ordenadamente la reducción de 300.000 funcionarios, además eliminan el 20% de cargos directivos de todas las administraciones públicas y del 10% en el resto de los niveles. A estas medidas se suma una decisión ejemplarizante: la reducción a la mitad del número de coches oficiales, con lo que esperan recaudar 1.500 millones este año y 3.000 millones en 2013. Se intenta imponer un impuesto sobre la vivienda, de resultado incierto, y para crear actividad se impulsa un plan de autopistas y trenes de alta velocidad, así como un plan para abaratar el coste energético. Y para la reforma de la administración pública, una iniciativa novedosa: se ha abierto un portal en la red oficial del primer ministro, para que los ciudadanos den ideas de recorte del gasto en los presupuestos públicos. La respuesta es amplia: hasta ahora, más de 500.000 propuestas ciudadanas.

En Portugal, el Tribunal Constitucional (julio 2012) ha dado un varapalo al gobierno con una sentencia que anula el recorte de sueldos a pensionistas y funcionarios, la cual considera inconstitucional, por discriminatoria, argumentando en sus consideraciones, que es un sacrificio desproporcionado impuesto a una parte de los ciudadanos. Por lo que vamos observando, la precipitación en los recortes se realiza muchas veces incumpliendo normas de rango superior. Reformar el gasto público no es una misión imposible, pero requiere de un análisis minucioso y detallado de los componentes del presupuesto para lograr un ahorro sin comprometer la calidad de los servicios. O sea, no a la política del ‘tijeretazo’, sí a la planificación de objetivos para ser más operativos y eficientes. Hay que pensar más en modernizar con futuro, porque la política improvisada de recortes no elimina los virus depredadores del presupuesto.



