Emilio J. Soriano
Publicamos en el Blog esta colaboración por el interés que tiene su aportación en estos momentos de debilidad democrática, en donde los ciudadanos no sienten que participar en las elecciones es esencial. Con la abstención no castigamos a la UE, nos hundimos más en nuestra desesperación.
A tenor del ambiente que se palpa en la calle, la elección de los representantes al parlamento europeo pudiera caracterizarse por una abultada abstención nacida de la desconfianza y el escepticismo en el hacer de nuestros políticos. Y es que los ciudadanos estamos soportando las consecuencias de una gestión pública alejada de la realidad de las clases medias y bajas, siendo así, que éstas debieran ser sus principales destinatarias.
La ciudadanía percibe que, con demasiada frecuencia, lo que prima es el interés propio de nuestros políticos: elevados sueldos, complementos, comisiones de todo tipo, viajes, notoriedad pública… Un ‘regalado’ vivir que les distancia de la realidad y, en muchas ocasiones, deriva en beneficio propio o deplorable corrupción. Sin ir más lejos, dos reciente casos en nuestra Región: el silenciado, y fallido, nombramiento del ex presidente Valcárcel como Comisionado Regional de Relaciones Internas y Exteriores de la Comunidad Autónoma, gratificación económica incluida. El otro, más reciente, lo protagoniza el alcalde Miguel Ángel Cámara que quiere ser senador autonómico sin renunciar a la alcaldía de Murcia, negando que el motivo sea estar aforado cuando se inicie el juicio del caso ‘Umbra’. Actitudes ventajistas, por cierto muy frecuentes en todo el país, que restan credibilidad a los políticos profesionales y dañan la moral de las personas honestas. Si a todo ello se suma que en ocasiones se legisla ignorando la penosa realidad de buena parte de la población y se rechazan sus propuestas de mejora, tal y como se hizo con la ILP que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca presentó al Congreso de los Diputados, se comprende perfectamente la razón del creciente alejamiento ciudadano respecto a nuestros representantes públicos.

Con un paro de proporciones alarmantes, la debilidad de las instituciones, el desencanto, la ausencia de ideales y un futuro incierto, es comprensible que la población manifieste su escepticismo ante los que hablan de recuperación. El descontento hace presumir una elevada abstención y voto en blanco en las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Los datos del último sondeo del CIS indican que se podría obtener la victoria con tan solo el 13% del voto válido, un porcentaje que no sería representativo. Y es que el descrédito de los grandes partidos ha propiciado que aparezca en el espectro electoral savia nueva. Pequeños partidos y agrupaciones electorales (quizá demasiados) que, salvo alianzas, tienen muy difícil acceder al Parlamento.
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