La Real Academia Española define a los arbitristas como personas que impulsan proyectos disparatados con el objeto de remediar males políticos o económicos. El clubs de los arbitristas se ha ido aumentando al paso de la historia y entre sus miembros hemos tenido de todos los colores y procedencias: ilustrados, afrancesados, liberales, monárquicos, republicanos, fascistas y un largo listado. Los arbitristas de hoy día nos presentan múltiples soluciones que podríamos concentrarlos en dos grupos: unos, quieren secuestrar a España (nación) y los otros quieren secuestrar a los ciudadanos (democracia). Los dos se manifiestan a propósito de la salida de la crisis, para la que hacen propuestas que sociedad civil observa atónita.
Es como una continuación del viejo sistema de vender recetas concluyentes con soluciones adulteradas, cuando, hablando con claridad, lo que ahora se está jugando en Europa es nuestro futuro. Estamos ante el binomio: democracia-prosperidad. De la forma democrática y de la prosperidad para sus ciudadanos que se defina en la UE, depende que tengamos una Europa más solidaria o una más mercantilista.

Las encuestas lo dicen: hemos perdido la confianza en las instituciones, se valora malamente el sistema democrático actual y el nivel de asociacionismo es bajo, con el agravante de que los efectos de la crisis económica han acentuado todos los males de la sociedad y hemos olvidado los recuerdos de la lucha por los derechos democráticos. El sistema ideado para una transición política anestesió de tal forma al cuerpo social que, sin memoria, el club de los arbitristas tiene un éxito arrollador.
Estamos olvidando peligrosamente, que la desigualdad social no es una consecuencia de la crisis económica, sino su origen. Así opinan Roubini, Rajan y otros economistas. La desigualdad nos ha debilitado para actuar juntos frente a esta complicada crisis y precisamente esa debilidad de actuar en conjunto es la fortaleza del poder para continuar presionando e ignorando al ciudadano. Los acontecimientos de cada día lo ponen de manifiesto.