Todos hablan que vivimos en una encrucijada, que las soluciones tienen que ser valientes, por las dificultades, y es en ese preciso momento donde se debe pedir a los ciudadanos su opinión, dialogar con todos y explicar en los foros a donde vamos y porqué, si estamos en una encrucijada, ¿algo tendremos que decir los ciudadanos?
Según diversas fuentes de información, de no seguir la senda emprendida, nos esperan terribles consecuencias, y será por ese motivo, que hasta las malas noticias, como el rescate, las presentan cómo un éxito ¡qué políticos! Por otro lado, observamos discrepancias diferentes, inexistente antes, que va en aumento, son oscilantes, mientras se observa con pánico, que los únicos recortes que funcionan son los que eliminan peso del platillo de la balanza presupuestaria, pierden peso, educación, sanidad y servicios sociales, junto con investigación e iniciativas de desarrollo, que suman un bloque de perdidas que nos hundirá por muchos años.

Sin embargo, todos los esfuerzos se concentran en la recapitalización de la banca (o sea, transformar al quebrado en solvente, para entendernos con claridad). Y cada viernes, como una penitencia, soportamos las explicaciones de la vicepresidenta, diciendo que las medidas económicas son necesarias porque vivíamos en una economía de excesos, y tenemos que ajustarnos a lo que hay. Claro, por orden de importancia, primero el coste del servicio de la deuda (gasto constitucional prioritario), después, la estructura política (más de 465.000 políticos en nomina, incluyendo los asesores y puestos de confianza), y luego el resto. Los mandatos de la troika, lo han entendido a su manera, porque el varapalo del FMI por lo mal que lo han llevado a efecto tiene una patente descalificación, cada uno recorta a su aire. Y si no que se lo pregunten a la Sra. Aguirre. Con este desconcierto, inversores, organismos internacionales, ciudadanos y cuantos analistas se asoman, pierden la confianza.