Cuatro años de crisis y los indicadores solo aparecen con una flecha señalando ‘presione hacia abajo’ siguiendo así a los maestros de la ‘teoría del shock’ que son capaces de provocar situaciones y salir de ellas eliminando todo aquello que le molesta del sistema. El sistema son ellos y solo conocen la receta de consume, vota, y calla. Cuando la presión social explota movilizan a la policía, hasta que éstos lleguen a ser más que los promotores de las revueltas. Hace falta más cultura, más integración y unas políticas sociales que den respuesta a las necesidades ciudadanas, y desde luego lo último es más represión policial y detenciones. Un recluso, cuesta al año más que un alumno en la mejor universidad. Construir un mundo al revés no es el camino más adecuado.
Las protestas se iniciaron desde el Sur, ahora ha explotado la situación en Inglaterra, Londres ha sido una hoguera, así como Birmingham y Liverpool, es semejante a lo que años atrás ocurrió en Paris, en lo que se conoce como los barrios ‘bidomville’. El sistema hace aguas, ¿será que lleva la semilla de la desintegración social en sus genes?
¡Los presupuestos son un campo de minas¡ nos dice Zygmunt Bauman, sociólogo, premio Príncipe de Asturias 2010, y lo ocurrido en los barrios de Londres, Birmingham y Liverpool, es la consecuencia de un campo minado por la desigualdad social en que vive su población desde hace décadas. Los recortes de más del 75% de las dotaciones para programas culturales y educativos de esos barrios, realizados por la política de recortes impuestos por la crisis, ha dado como resultado estas revueltas. Esa población, según Bauman, tiene una impotencia, por la falta de consumo, que se transforma en rabia hacia los que tienen. Y los más cercanos, son los comerciantes. Ellos son los mercaderes que a diario trafican con las necesidades de sus vecinos, y esos vecinos, son en situaciones límites de provocación, sus enemigos próximos. Un dilema social envenenado. Se descarga la ira sobre el que tiene menos culpa, porque el enemigo de verdad es un sistema invisible, que se llama ‘mercado’.